Un texto enternecedor, parte de la obra del conocido autor colombiano Gabriel García Márquez.
Sentimos el torturado amor de Cayetano, un amor que quiere acallar, pero por el que su corazón desesperado grita.
Cayetano tomó la mano de Sierva María
y la puso sobre su corazón.
Ella sintió dentro el fragor de su tormenta.
«Siempre estoy así», dijo él,
y sin darle tiempo al pánico
se liberó de la materia turbia que le impedía vivir.
Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella,
que cuanto comía y bebía tenía el sabor de ella,
que la vida era ella a toda hora y en todas partes,
como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serIo,
y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella.
Siguió hablándole sin mirarla,
con la misma fluidez y el calor con que recitaba,
hasta que tuvo la impresión
de que Sierva María se había dormido.
Pero estaba despierta,
fijos en él sus ojos de cierva azorada.
Apenas se atrevió a preguntar:
¿ Y ahora?
Ahora nada, dijo él.
Me basta con que lo sepas.
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